Adoradamente Violada



Aquella noche me acosté desnuda

pues el calor era infernar y dejé la puerta entre abierta,

me quedé un rato mirándola tendida en mi cama,
una corriente de aire fresco entraba
por la puerta, hasta que me quedé dormida,

De pronto, sentí que una mano
tibia y temblorosa me desbotonaba
la camisa, yo quedé como inerte ante
tal osadía y así lentamente y como quién
no quiere, mis manos se aferraron a las suyas
para luego retirar la poca ropa que me quedaba
en el cuerpo, y semi desnuda con mis cabellos
revueltos y desordenados, vi con la poca luz

que alumbraba mi habitación, su figura, era casi
un ángel perdido en sus pensamientos, con
avidez y estresa acariciaba con sus dedos
mis suaves pezones, con expresión
de lujuria y evidente estado de excitación,

sus dedos no dejaban de acariciarme y de
rozar sus piernas contra las mías,

 se que el sentía mi mirada y abrió sus piernas,
donde pude sentir atreves de su pantalón
su pene mojado, yo en un arranque de deseos
busqué con mis manos su pene erecto y lo saque
de su pantalón como si me dijera, estoy listo,

mis labios temblando los puse sobre su pene
y dentro de mi boca,
y lo saqué de si, enloqueciéndolo, y sus gemidos
eran los de un animal salvaje, gemía, gritaba y
me empujaba su pene mas adentro, mis labios
salados y todo su sabor dentro de mi boca.

Su alma se extinguía entre mi boca la cual no
dejaba de friccionar su sexo que estaba a punto
de explotar, acompasando el brutal palpitar
de su corazón sin aire, clamando en éxtasis,
y una muerte lenta dentro de mi boca,
era delicioso saborear el jugoso manjar que
derramaba sobre mis boca, y mis labios saboreaban,
para que no se perdiera ni una gota.

De pronto el, tambaleándose, débil,
me tomo entre sus brazos y me dejó caer
en la cama y metió sus dedos en mi vagina
caliente, friccionando mi clítoris hinchado
el me miró, sonrió, y abrió su boca dejando resbalar

 su lengua por las carnes agitadas de mi sexo,

 las manos de aquel gitano volvían a poseerse de mi
clítoris, hasta que la excitación me hacia
gemir de placer hasta que por fin mi vagina
dejó escapar sus jugos mas íntimos,
y caí entre convulsiones sobre las húmedas sabanas,

y sentí su cuerpo desnudo temblando,
y agitado su pulso, empezó a acariciar mi mojada
piel, y siguieron las caricias y besos
como un macho hambriento, y desnudos
empezamos el vaivén de dos cuerpos en uno,

 caí rendida y furiosamente derrotada como una
gata satisfecha y vencida por la virilidad de aquel
gitano y adorado violador.