La
relación con mi ginecólogo siempre había sido un poco especial, pues desde el
principio me había dado cuenta que le gustaba y atraía como mujer, si bien
nunca me había insinuado nada al respecto, pero eso es algo que las mujeres
notamos enseguida en los hombres.
Hacía dos meses que
me habían operado de la matriz y me tocaba revisión con el ginecólogo para ver
cómo seguía de la misma.
Mi
ginecólogo, me parecía un hombre interesante y tenía para mi, como sucede con
todas las mujeres, pienso, el atractivo de su timidez y ello con independencia
de la relación de toda mujer con su doctor de por si especial al ser un hombre
que conoce todas nuestras intimidades, ante el cual nos desnudamos
periódicamente sometiéndonos a una exploración que es la más íntima de todas.
Alguna vez había tenido la fantasía de hacer el amor con él en alguna de las
visitas periódicas que le hacía.
En aquella ocasión al
llamarle para la cita, diciéndole que me venía bien que fuera cuanto antes y a
ser posible ese mismo día, me dio cita para última hora de la mañana.
Al llegar a la consulta
sólo estaba otra mujer delante de mí por lo que supuse que yo era la última de
aquella mañana. Mientras esperaba a que llegara mi turno se me ocurrió una idea
para hacer que él venciera su timidez.
Al cabo de un rato de
estar sola esperando, pues la mujer que estaba antes que yo ya hacía rato que
había marchado, llegó la enfermera y me indicó que podía pasar. Entré en el
despacho y como siempre él se levantó de su mesa y se acercó a saludarme,
dándome un beso en la mejilla, a continuación se volvió a sentar en el sillón detrás
de la mesa y yo en el de delante y comenzamos con lo típico, preguntándome cómo
estaba, si sentía alguna molestia, etc., una vez hubimos terminado con los
preliminares, le dije:
"José, además de la
visita por la operación, quería consultarte otra cosa"
"Tú dirás"
"Pues verás, yo soy una mujer sexualmente muy activa, me
encanta el sexo y los juegos sexuales, mi marido y yo
formamos una pareja muy liberal en ese aspecto y
practicamos toda serie de juegos sexuales, incluidos los intercambios de
pareja, además, ambos nos hemos dado libertad para practicar sexo con otros y
ambos lo hacemos regularmente. Mi pregunta es si el ser promiscua sexualmente
hablando me puede perjudicar en algún sentido, teniendo en cuenta la operación
que me has hecho"
Se levantó del sillón de
detrás de la mesa y mientras se acercaba a mí y se sentaba en el otro sillón
que estaba al lado del mío, me contestó:
"No especialmente,
quiero decir, que por la operación en sí no tienes más riesgo que el que tienes
sin la operación, es decir, el practicar sexo con desconocidos tiene de por sí
un riesgo, que no es distinto con la operación que sin ella.
En fin lo que me dices
tiene de por si un riesgo, que supongo que conoces, en lo referente a
enfermedades de transmisión sexual. Al decir que eres muy promiscua, ¿qué
quieres decir exactamente?"
Mientras me iba
contestando, observé que mi idea había dado resultado, primero por su mirada,
pues me observaba con un interés mucho más sexualmente abierto que el que había
empleado nunca y además, por el bulto que se iba formando en su entrepierna.
"Hombre, José, ¿qué
quieres que te diga? Cuando digo que soy promiscua, quiero decir exactamente
eso, que soy promiscua, que practico sexo con otras personas que no son mi
marido, además de realizar intercambios con mi marido y otras personas,
hablando claramente que cojo con quien me apetece en cada momento, ¿te queda
claro?"
"Si, si, muy claro.
Yo conozco a amigos míos que se dedican a los intercambios de pareja, si
quieres te los presento"
"No, José, no hace
falta, mi marido y yo tenemos un grupo de matrimonios que somos amigos y entre
nosotros practicamos el intercambio, lo que es más difícil y lo que nos apetece
más ahora es probar a hacer trío lo que pasa es que encontrar un hombre, para
ello, es más complicado que encontrar matrimonios, pues el tener una amistad es
más difícil y plantearle un trío a un amigo que no sabes cómo va a reaccionar,
es más problemático”. Yo esperaba que al decirle lo anterior se diera por
enterado y tuviera alguna reacción, lo que sucedió.
"Bueno, mira pasa a
la sala y vete desnudando para que te reconozca, mientras me lavo las
manos"
Pasé a la sala como me
había indicado, me quité la falda y las braguitas que llevaba, dejándome
únicamente la camiseta, y me tumbé en la camilla.
Cuando entró, se dirigió a
la camilla, sin sentarse, como otras veces y de pie delante de mí, me agarró
las manos y me incorporó hasta dejarme sentada en la camilla, diciéndome:
"Desnúdate del todo".
"Desnúdate del todo".
Sin decir nada, me quité
la camiseta, a lo que él me ayudo, cuando estuve completamente desnuda, me
abrazó y al oído me dijo: "¿Quieres que sea yo con el que hagamos un trío
con tu marido?"
"Pues si José, sí me
apetecería contigo, pues te conozco hace muchos años y, la verdad es que cómo
me has visto tú no me ha visto nadie más"
Por fin mi estratagema había dado resultado. Me terminó de
incorporar y ya de pie los dos me apretó contra si, besándome en la boca,
recorriendo con su lengua todo mi paladar y mi lengua, yo sentía la dureza de
su verga a través del pantalón y sus manos recorrerme los pechos y las nalgas mientras la dureza de su
pene se apretaba más y más contra mi.
Mi vagina empezó a segregar abundantes jugos y empecé a sentir unas
deseos locos de que me penetrase allí mismo sin esperar más, el riesgo de que
entrara la enfermera y nos viera en plena cogida me producía un morbo tremendo
Mientras seguía tocándome las nalgas y el pecho, le empecé a desabrochar el zipper y cuando le hube sacado su verga de la prisión que la retenía, le dije que se desnudara mientras me agachaba y me metí su tiesa verga en la boca, subiendo y bajando con mi boca por todo su recorrido y apretando entre el paladar y la lengua su capullo que a esas alturas estaba rojo de sangre y duro como el diamante. Mientras yo se la mamaba, él se empezó a desnudar, quitándose la chaqueta blanca, de médico que llevaba y cuando se hubo desabrochado el pantalón, dejé su verga libre de mi boca y saliendo al despacho me tumbé en el sofá mientras le decía:
Mientras seguía tocándome las nalgas y el pecho, le empecé a desabrochar el zipper y cuando le hube sacado su verga de la prisión que la retenía, le dije que se desnudara mientras me agachaba y me metí su tiesa verga en la boca, subiendo y bajando con mi boca por todo su recorrido y apretando entre el paladar y la lengua su capullo que a esas alturas estaba rojo de sangre y duro como el diamante. Mientras yo se la mamaba, él se empezó a desnudar, quitándose la chaqueta blanca, de médico que llevaba y cuando se hubo desabrochado el pantalón, dejé su verga libre de mi boca y saliendo al despacho me tumbé en el sofá mientras le decía:
Tumbada le contemplé cuando venía hacia mi, desnudo. Con su verga tiesa y dura
delante de él, mojándome todavía más al ver esa verga y saber que en pocos segundos
iba a estar dentro de mí, penetrándome, dándome placer, cogiéndome y cogiéndonos.
Se tumbó sobre mí, y su verga
me penetró sin ningún problema ni espera, pues mi vagina estaba empapada de
jugos y abierta, esperándole y su verga estaba también bien húmeda y lubricada
de mi saliva. Sentía su pene dentro de mí, atravesándome, cogiéndome entrando
hasta el fondo de mi coño y saliendo casi hasta la entrada para volver a
hundirse en mis entrañas, en un vaivén maravilloso que me proporcionaba un
placer indescriptible.
Cuando empecé a gemir de
gusto, su boca, que hasta entonces se había dedicado a chupar uno de mis pezones,
tapó mi boca, mientras su lengua penetraba mi boca igual que su verga penetraba
mi coño y su mano derecha me agarraba un pezón acariciándomelo entre sus dedos.
Me corrí casi de sorpresa, el orgasmo me
llegó sin avisar, intenso, fuerte, haciendo que cerrara los músculos de mi
vagina para retener la verga que me daba tanto placer, lo que provocó su
orgasmo que hizo que el mío se prolongara más al sentir su leche derramarse
dentro de mi, llenándome con su calor espeso. Me encanta sentir el orgasmo de
los hombres dentro de mí,
sentir su leche caliente y espesa golpear el fondo de mi coño cuando sale a
borbotones. Cuando sentí que su pene escapaba poco a poco de mi interior al
volver a su tamaño normal en estado de flaccidez, me incorporé y colocándome
entre sus piernas, me introduje su verga en mi boca, mamándosela y apretando
suavemente sus cojones hasta que su ariete volvió a tener la dureza y grosor
que me gustaban para volver a penetrarme, colocándome a horcajadas sobre él y
bajando fui introduciéndome su pene hasta
sentarme encima de él, siendo yo, entonces, la que subía y bajaba sobre él,
sintiendo su verga entrar y salir de mi vagina mientras le decía que me
encantaba sentir su pene dentro de mí, cogiéndome, que me acariciara y apretara
los pechos, lo que le excitaba aún más, hasta que volvimos a llegar al orgasmo
simultáneamente.
Descansamos un poco uno en
brazos del otro y al levantarnos le dije que ya le avisaría para hacer el trío
con mi marido, y que con independencia de ello, siempre que viniera a su
consulta podríamos repetir la experiencia de hoy. Que fue una experiencia
maravillosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario