
Al escribir esta Historia es como un diario donde se escriben aquellos
secretos mas profundos de nuestras vidas, y esta historia es de la vida real, no es un cuento ni una fantasía como algunas de las que aquí escribo, es algo que sucedió y que se vivió en la misma piel, todo lo vivido y lo gozado aquí esta escrito, gozo, deseos, pasiones, sueños, y fantasía de una niña echa mujer a muy temprana edad, lo vivió y lo gozó, pero también lo sufrió, ya que siendo tan chiquita empezó a sentir eso que solo se debe sentir a una edad donde ya se sabe algo de la vida, no sabia ni siquiera escribir bien ni contar los números, y ya estaba siendo poseída por los demonios del deseo carnal. 
Siempre fui una muchachita muy avanzada, solo tenia 9 añitos cuando descubrí que mi panochita era una fuente de placer. Empecé tocándome por encimita de mis calzoncitos, y terminé dándome unas tiernas nalgaditas; un día mientras jugueteaba con mi panochita descubrí una nueva sensación. Mi cuerpecito se calentó, mis piernas temblaron, y sentía como si un millón de hormigas caminaran sobre mis muslitos. Me dio un poco de miedo, pero siendo yo una niña curiosa, seguí tallando hasta que alcance mi primer orgasmo. 
Claro, en ese tiempo yo no tenía ni la menor idea de lo que había pasado. Pero de una cosa si estaba segura. ¡Me había encantado!   
Bueno pasando a otras cosas, yo vengo de una familia grande, tengo 1 hermano y 2 hermanas tengo 20 primos varones todos mayores que yo, ¿te puedes imaginar?  Mi vida estaba controlada hasta el último detalle. Lo único bueno de todo esto es que en una casa llena de hombres, yo tenia mi propio cuarto, y eso me daba un poco de privacidad. Un día cuando yo era todavía una pequeñita, andaba de entrometida en el cuarto de mi hermano, yo no se como pero su colchón se movió y encontré una revista Playboy. Te juro que no se como paso, pero la revista termino en mis manos, y yo de alguna manera u otra termine encerrada en mi cuarto ojeando la revista. Mi imaginación estaba al cien, hoja tras hoja llena de mujeres hermosas, con cuerpos esculturales; mi deseo era crecer y ser como ellas. Pasó el tiempo y empecé a vestirme un poquito diferente, enseñando las curvas que se formaban en mi cuerpo. 

Mis faldas y chores eran cada día mas cortos, mis pantalones cada vez mas apretados, y mis blusas mas escotadas. Casi de inmediato empecé a atraer a hombres mucho más grandes que yo; uno de esos hombres era Ernesto, el padrino de mi hermano,  Ernesto era alto, delgado, moreno claro, ojos cafés, pelo negro, y una sonrisa encantadora.
Duró años dándome tratos especiales, era como si yo fuera su ahijada. … Siete Años Después...
Recuerdo este día como si hubiera sido ayer, mi hermano y mis primos andaban en las tiendas comprando regalos para toda su plebe y mi mamá y mi papá estaban trabajando. Yo decide quedarme en casa envolviendo regalos. Casi  terminaba cuando escuché que tocaban la puerta;
 era Ernesto “Hola Ernesto , no esta mi papá.” 
le dije, mientras ocultaba mi cuerpo detrás de la puerta. Solo traía una blusa blanca larga, sin nada abajo.
“¿Estas solita?” Me pregunto, le dije que si con la cabeza. Empujo un poco la puerta, y entró. Me miro de arriba abajo por varios minutos, después empezó a decirme lo linda que era, realmente te has convertido en una hermosa joven.” Con su mano recorrió mi cara, “Apuesto a que tu papá es un celoso empedernido.” Me sonrío coquetamente. 
Aunque ya tenía más de 30 años, todavía era el mismo hombre grande, fuerte y sexy de mis sueños y fantasías más salvajes. Durante años pensé en el, toqué  mi cuerpo pensando que eran sus manos, el era el objeto de mis deseos. 
Ernesto se sentó en el sillón, y yo me senté en el piso, con mis piernas dobladas debajo de mí. Obviamente dejando muy poco a la imaginación. Se que quería ver mas allá de lo que le estaba mostrando, sus ojos trataban sin cesar de ver un poquito mas de mi linda panochita, y pausaba entre palabras. 
“Umm Ernesto, ¿quieres algo de tomar?”   
“Si por favor linda…”  
Me levante de inmediato, su mirada penetrante me siguió hasta la cocina. Me agache para agarrar una cerveza del refrigerador cuando de repente sentí unas manos masculinas masajeando mis nalgas.  
“linda lo siento, no puedo detenerme… Que dios me perdone.” Su voz temblaba.  
No pude moverme, había soñado con este momento varias veces, pero ahora que estaba pasando no sabia que hacer. Sus manos recorrían mi cuerpo, me enderece de inmediato, respire profundo. Sus manos  recorrían mi cuerpo, me humedecí de inmediato.
Ernesto suavemente empujo mi cabello a un lado, su boca recorría mi cuello delicado. Besos y tiernas mordidas enchinaron mi piel, su mano aun en mi camisa frotaba mi vientre. Su cuerpo presionado contra el mío, su pene erecto entre mis nalgas. Sus manos recorrían cada rincón de mi cuerpo escultural, de pronto sus dedos ágiles encontraron mis pezones erectos. Sus dedos rodaban sobre ellos, cada vez llevándome mas cerca al orgasmo; su boca jamás dejo de besar mi tierno cuello. Siguió recorriendo mi cuerpo con sus manos delicadas, explorando cada curva en su camino; su mano derecha llego hasta mi dulce cara. Con cariño acaricio mi cara hasta que su dedo llego a mis labios y lentamente comenzó a penetrarlos.  “Mmm linda eh soñado con este día por años…” Susurro en mi oído. No pude responder, quería, traté de decirle que yo también había soñado con este momento. Pero no pude, mi cuerpo temblaba debajo de sus fuertes manos, mi corazón latía rápido y furioso. Mi excitación era tanta que mis jugos chorreaban por mi entre pierna – mi olor nos rodeo. De pronto se detuvo y me dijo, “Ven linda, quiero mostrarte algo.” Tomo mi mano entre las de el y me guió hacia la sala. 
El bulto en sus pantalones era innegable, jamás había visto un pene antes… Y no puedo negarlo estaba muy intrigada. Llegamos al sillón y se bajo los pantalones lentamente, de pronto su pene salto como un animal enjaulado desesperado por salir. Era tan grande, tan venudo, tan intimidante – pero a la vez tan hermoso. En la puntita se formaba una pequeña gota de líquido transparente. “¿Alguna vez has visto uno de estos corazón?” Me pregunto mientras su mano se movía para arriba y para abajo frotando su pene. Moví mi cabeza para señalarle que no; una sonrisa se dibujo en su cara. “Acércate, tómalo entre tus manos mami.” Su voz era ahora solo un murmullo. Me arrodille delante de el, mis manos pequeñas remplazando las de el. Su pene estaba tan caliente, palpitaba entre mis dedos; comencé a mover mis manos, imitando lo que el había echo. Su cuerpo respondió a mi toque sensual, “Mmm mamita, pruébalo mami… Ponlo en tu boquita, ándale chiquita nomas la puntita.” Me suplico. 
 Me lamí mis labios para prepáralos, se me hacia agua la boca tenia que probar ese suculento pedazo de carne. Puse su cabeza entre mis labios y poco a poco comencé a chupar. Sus manos estaban entre mi pelo; con mi lengua lamí alrededor de su glande, las manos de Ernesto temblaban
mientras cogía mi boquita. Sin previo aviso introdujo su pene ero en mi boca; tuve que luchar contra las ganas de vomitar. Sujeto mi cabeza mientras mis ojos lloraban, no podía respirar… De pronto me soltó y el aire regreso a mis pulmones. No se ni como termine acostada en el sillón y completamente desnuda; sus manos no dejaban de explorarme y su boca lamia hasta mis rincones mas profundos. Sus labios tocaron los míos y solo pude contestar con un suspiro. Jamás pensé que mi fantasía se haría realidad - hoy dejaría de ser niña y me convertiría en mujer... Y lo que es mejor Ernesto  seria el que se encargara de eso, Ernesto el amor de mi vida."¿Alguna vez has tenido a alguien dentro de ti linda?" Me pregunto sin dejar de chupar mis pezones."No jamás" Le conteste, mi voz llena de sinceridad. Alineo su miembro en la entrada de mi panochita y con un beso en la boca me susurro "Te va a doler poquito chiquita, pero te va a gustar." Con esas palabras comenzó a penetrarme. Lento al principio con delicadeza... El dolor era grande, pero mas grande era mi necesidad de sentirme llena. De pronto me la metió toda, todita, hasta el fondo. Grite y trate de empujarlo - pero fue en vano. Sus fuertes manos me sujetaron de la cintura y susurro "No mami, no pelees, relájate" poco a poco el dolor pasó y ahora solo un pequeño disgusto quedaba. El siguió metiéndola y sacándola, mirándome mientras su pene habría camino en mi vagina. Mis tiernos labios vaginales abrazando su pene, mis gemidos de placer rodeándolo - esto fue demasiado para el y termino dentro de mi. Sentí como su pene pulsó y me lleno de lechita ardiente. "Que Dios me perdone por lo que acabo de hacer..." Dijo Ernesto mientras se acomodaba sus pantalones. Volteo y me miró con una lágrima en los ojos y me pidió perdón.
 Nota..
Han pasado los años y sigo siendo la misma mujer caliente y ganoza  y hoy lo soy aun mas...Este fue mi primera vez, pero no seria el último... El despertó en mi un apetito que no eh podido controlar y un deseo insaciable
por los hombres y por el sexo ya que mi primera vez, fue delicioso. 


 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario