
Todo sucedió una noche cuando el llegó y me preguntó, ¿quieres ir conmigo a un bar? yo nunca había ido a uno y estaba tan cansada que en verdad solo me apetecía darme un rico baño y acostarme temprano, pero ante tal insistencia le conteste que si, pero que tenia que esperarme, ya que me quería dar un baño rápido, si, te espero, me contestó, y se sentó en el sillón, Salí de mi alcoba el estaba mirando la televisión y al verme se levanto y me
dijo-estas muy bonita, ese vestido rojo te queda muy bien, yo le sonreí con un poco de coquetería y le di las gracias con un guiño de ojo.
Me dio la mano y salimos, me abrió la puerta del auto y al sentarme lo hice levantándome el vestido y lo miré de reojo y vi que el me miraba como si quisiera desnudarme con la mirada,
El se sentó al otro lado y puso el auto en marcha pero antes me dijo- me gustas mucho y tu lo sabes bien, siempre me has gustado, desde que te conocí- y salió como una flecha, llegamos al bar y el busco un rincón, desde el rincón podía ver quien entraba y salía, mi vista deambulaba por la decoración de aquel bar,me di cuenta que aquel rincón siglos antes había sido una capilla que obviamente sirvió en fechas remotas para que los propietarios del lugar oyeran la misa diaria. Todo estaba intacto como si fuese una pequeña casa de Dios, salvo que los bancos y reclinatorios habían sido sustituidos por una mesa de casino y dos tronos de mimbre provistos de cojines estampados con líneas bicolores.
Después de mi conclusión, miré hacia la puerta y ahí estaba él, tan guapo como siempre; me levanté de la mesa y fui a la entrada,
me vio, lo vi, nos miramos, y apuesto que ambos sentimos ese mariposeo en el estomago,nos acomodamos,el le pidió al mesero que recitara para nosotros la larga letanía de tragos que ofrecían, mientras lo contemplaba y grababa su rostro en mi memoria.-¿Que desean ordenar dijo?- sin pensarlo pedí mi fiel café,
Café americano, para mi-le pedí al mesero.
-¿Y el caballero?-- un Cuba Libre contesto el-

busqué rápidamente esos ojos que me quemaban cada vez que me veía reflejado en ellos, intentaba pensar con claridad, quería decirle lo mucho que había imaginado ese momento, estar con el, besarlo, tocar su piel, sus secretas pasiones. Pero creía que nunca llegarían a realizarse mis fantasías. Volví a mirarlo le tomé las manos y le dije:

-¿Acaso no te has dado cuenta cuanto te deseo corazón?-el me miró y sonrió y me dijo, yo también te deseo y me muero por estar contigo ya te lo dije me gustas mucho, mis manos temblaban dentro de sus manos y sentía como el me traspasaba con la mirada y se acercó a mis labios y me dio un dulce y apasionado beso,
No sé lo que me ocurrió al constatar aquel hecho extraordinario, pero el nerviosismo que sentía se tornó de pronto en un aplomo que incluso a mí me maravillaba. estaba a solas conmigo en medio de un ambiente sobrecogedor, el deseo nos embargaba a los dos. Su pregunta hizo que una sonrisa se dibujara en mi rostro...
-¡Lo se!- me limite a responder mientras el mesero depositaba mi café y el trago que el pidió en la mesa.

Quizá fuera el efluvio embriagador a café, o quizá la certeza que tuve entonces de que las oportunidades de la vida son efímeras y pasan sin remedio para no volver, pero lo cierto es que al mirar de hito en hito a ese hombre de mi vida deseché el pasado, y el futuro dejó de existir. Sólo estábamos él y yo, ni padre ni madre, ni sermones de curas que sólo fueron creados para hacer infeliz a la gente. Y él lo debió de comprender en el fuego de mis pupilas, pues me levanté de mi asiento y fui a sentarme sobre sus piernas.

Mi lengua se introdujo en su boca, mis manos acariciaron su dorso por debajo de la camisa de algodón que él traía puesta, me invito al irnos, salimos abrazados nos montamos en el auto y fuimos a un hotel que estaba cerca de ahí, después que el pago, fuimos al cuarto yo le pregunté, ¿nos damos un rico baño? el me contestó que si con una sonrisa,
al escuchar la respuesta de el y verlo sonreír me hizo sentir que era todo mío y despertó el deseo en mi.
De pronto el me golpeo con un beso, que lo sentí como un fuego que quemaba y al sentir su lengua, me hizo enloquecer,al sentir sus manos tocarme comencé también a tocar sus hombros, sentí su cintura firme, sus brazos fuertes, no había forma de separarme de el, estaba adueñándose de mi a cada milímetro de caricias suyas, su cuerpo y su lengua me invitaban a explorar un poco mas allá, nos fuimos enredando sin querer...Cada caricia, cada suspiro de el se amplificaban un millón de veces. nos fuimos al cuarto de baño y en la bañadera seguimos de caricia en caricias.

Doy fe de que el toqueteo de mis manos lo excitaban aún más, pues comenzó a jadear, sus dientes atacaron mis labios y su lengua con una tenacidad que me produjo un exquisito dolor, dolor que sin pensarlo ni un segundo me hizo poner de rodillas y bajé de golpe la cremallera de su pantalón, le aplique y sin sonar presunción, un alegato magistral: tuvo acceso a las delicias de esa figura meta retórica que algunos llaman un francés y, cuando terminó la liturgia de las convulsiones, vi que me miraba suplicante.

El estar sintiéndome, saborearlo, mordisquear sus labios, que de pronto estaban en su miembro, lo hicieron excitarse más y al mirar la avidez con la que succionaba su pene lo hizo jadear y gritarme que no parara nunca, de pronto el me volteo y me metió su gran pene, final que me hacia contorsionar de placer, pues mientras el metía hasta el fondo su pene, mis manos no se quedaban quietas y le daba una "ayudadita", para alcanzar el clímax, introducía mis dedos en mi, al ritmo que él introducía su pene en mi apretado ano,

se que es de las cosas que más disfruta, embestir por detrás y contemplar como mis dedos desaparecen en mi, eso lo hacia explotar dentro de mi, y de repente se llega al clímax, a ese desborde de placer, es el momento en que los demonios de la lujuria nos abandonan, cuando explotamos al unisonó, cuando los gemidos se vuelven una delicada "melodía orgásmica"
Terminamos exhaustos, me besaste nuevamente, nos duchamos y jugamos de nuevo enjabonándonos el uno al otro, nos secamos, nos metimos a la cama, charlamos, nos vestimos, nos abrazamos de nuevo, salimos del hotel,

Jamás olvidare el sabor ni las imagen de ese encuentro, pues permanecen nítidos en mi memoria...me puse mi ropa interior y mi vestido rojo, el hizo lo mismo, le dimos un sorbo al frío café, pago la cuenta y salimos tomados de la mano, incline mi cabeza en su hombro y caminamos por la calle como dos amantes imposibles.

Deseaba que aquel recital no cesara nunca, pero bien dicen que nada es eterno, sus manos en mi cuerpo tocándome, haciéndome suya en toda la extensión de la palabra, llegamos al clímax sentir sus jugos como eran depositados en mi y los míos en él, al compás de las contracciones que tenían lugar en mi interior, el cóctel que formamos corría empapando aun más su bien dotado miembro, lo abrace, le mordí traviesamente su oreja, al cesar las contracciones, me "desmonte" de él,me arrodille de nuevo y probé aquel elixir que habíamos producido,
Fuimos a aquella plaza comercial, comimos algo para retomar fuerzas, me llevo a mi casa nos despedimos con un fuerte beso pensando que había sido un excelente día…pero también yo repasaba, como ahora y con la misma sonrisa de satisfacción que al final de esta redacción tengo en el rostro, cada segundo, cada beso, cada olor, cada sabor, cada roce, cada palabra de mi primera vez con el hombre de mis fantasías.





1 comentario:
Deja que el viento lleve tu espíritu más allá del océano.
Un gran saludo
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