Cuenta Los Minutos Que Estas En Mi Blog Y Gozate

Cuenta Los Minutos Que Estas En Mi Blog Y Gozate

Reloj

23 mar 2011

Eres Lo Mejor Que He Conocido

Cuando lo conocí nunca me imaginé que fuera el amante apasionado con el que soñé. Es imposible cuando ves a una persona saber cómo es sexualmente. Hay hombres que alardean de tener grandes pelotas y ser muy buenos en la cama, lo mismo que hay hombres que dicen ser muy calientes y apasionados, siendo los dos, en la mayoría de los casos, puros habladores. 

He descubierto que la gente que menos alardea es la mejor.
en cambio él que se veía tan común, tan ocupado en sus libros y negocios que daba la impresión de siempre estar en su mundo, que nunca presumió de galán y conquistado resulto ser el mejor amante.
La primera vez que me llevó a la cama fue la experiencia más excitante que he sentido hasta ahora, tan es así, que nunca pensé poder tener tantos orgasmos y con tal magnitud. Llegamos a su casa, y entre palabras y miradas me empezó a besar. 
Eran unos besos tan apasionados que inmediatamente mi chocha se humedeció, comenzó a besarme la cara, la boca, el cuello, y yo, al sentir su aliento y su respiración, comencé a llegar al borde del placer.
Entre besos y caricias me quitó el suéter que yo traía y en ese momento se fue sobre mis tetas mientras las mamaba y lamía, yo comencé a quitarle la camisa y descubrí esa piel tersa y suave, pero a la vez dura. Entre besos y jadeos, él desabrochó mi falda y se dio cuenta del liguero que traía puesto, eso lo excitó aun más, y yo sin poder resistirme toque su bicho erecto que me embestía. Ya los dos estábamos alcanzando el nivel máximo de placer, sin poder dejar de sentirnos, besarnos y acariciarnos, entonces me empujo sobre la pared y comenzó a besar toda mi espalda hasta llegar a las nalgas.
Mientras las mordía, su mano se deslizo por debajo de mis pantis y con su dedo acaricio mi clítoris, de arriba abajo, fue tal mi placer que llegué al orgasmo. Mis gritos y gemidos se confundían con sus palabras. Me llevó a la cama, lentamente me comenzó a quitar las pantis y las medias. Cuando estuve desnuda por completo comenzó otra vez a besar y lamer cada parte de mí, hasta abrir mis piernas y quedar su cara en mi crica húmeda y caliente.
Lentamente comenzó a besar mi clítoris y a meter su lengua en mi chocha mientras sus manos se deslizaban por todo mi cuerpo. Pero yo quería probarlo, así que comencé a moverme hasta que mi cuerpo quedó de tal manera que él siguiera besando mi clítoris y yo pudiera probar su bicho y realmente sabia delicioso, yo no creía que se pudiera sentir tanto placer y tuve mi segundo orgasmo. Él recibió con gusto mi líquido; al escuchar mis gritos y gemidos se excitó más, me volteo y así de espaldas me clavo.
Al fin lo sentía dentro de mí, se movía lentamente y con ritmo hasta que sus movimientos se hicieron más rápidos; yo ya no pensaba, sólo sentía como se movía cada vez más rápido y llegamos al orgasmo al mismo tiempo. Sentí correr su leche caliente dentro de mí y como su cuerpo temblaba, sin darme cuenta algo que me excita muchísimo estaba sucediendo: sudábamos. Nuestros cuerpos estaban empapados (el sudor que se desprende cuando se hace el amor es algo que en verdad me excita y me gusta porque no sabe a sal, sabe a sexo; a placer), él sudaba riquísimo, yo con la lengua comencé a limpiar ese sudor de su frente, de su pecho, de su abdomen y de nuevo tenía su bicho en mi boca, éste comenzó a pararse otra vez, él comenzó a quejarse, yo deslizaba suavemente mi lengua y labios por toda su bicho y recorrí también sus webs, así estuve hasta que se endureció.
Sin dejar que él se moviera me subí en él y comencé a introducir su bicho en mi chocha y a moverme (esta posición me gusta porque yo tengo el mando, yo decido cuando entra, sale y como se mueve). Después de un rato me puse en horcajadas y comencé a moverme de arriba hacia abajo, sintiendo como entraba y salía su bicho una y otra vez con movimientos suaves que se intensificaron hasta que logré sentir otra vez esa sensación llamada orgasmo.
Era tal mi cansancio que me recosté a su lado, él me atrajo a su cuerpo y entre besos, caricias y palabras tiernas me adormecí pensando que él era tierno y apasionado como ninguno. Entre sueños recuerdo que él se levantó y me cubrió con una sabana, no sé cuánto tiempo estuve así, cuando desperté la habitación estaba llena de velas y una música suave envolvía el ambiente. Él parado a mi lado me enseñó unas cintas de seda y una pluma, sin decir nada y con mucha suavidad me ató las manos a los barrotes de la cama y lo mismo hizo con mis pies, me tenía a su disposición.
Con la pluma fue recorriendo todo mi cuerpo, esa sensación me enloqueció; en unos minutos ya estaba otra vez al borde del placer y la pasión, lo deseaba y no podía más, necesitaba sentirlo nuevamente, como no podía moverme le pedí que me clavara, que quería sentirlo dentro de mí, suavemente me desató mientras me besaba tiernamente y me hizo suya una vez más; las velas, la música y él despertaban en el ambiente el romanticismo y la pasión, esta vez no sólo gemíamos sino también hablábamos, yo le pedía más y él decía que me deseaba y que le encantaba hacerme el amor
En una noche había descubierto tantas cosas y tantas sensaciones nuevas para mí, habíamos probado casi todo, y lo increíble era que todavía ardíamos en placer, y así obtuvimos nuestro segundo orgasmo junto. Ahora el adormecido era él; sentí tanto amor al verlo así que lo acaricié para que descansara. Tenía sed, fui a la cocina por un vaso de agua y en el refrigerador vi una botella de chocolate liquido, en ese momento se me ocurrió hacer algo que siempre había deseado, tomé la botella de chocolate y regresé a la cama, él descansaba aún pero al verme sonrió, tomé la botella y lo bañé de chocolate, desde su velludo pecho hasta su bicho, que se encontraba flácido, en ese momento.
Comencé a lamerle el chocolate lentamente desde el pecho hasta que llegue a su bicho y chupé, éste de nuevo empezó a tener erección; una vez que termine de limpiar el chocolate, él excitado de nuevo me recostó y comenzó a besarme desde el cuello hasta mi culo y lo besó. Lentamente deslizó un dedo en él, despacio para no lastimarme, era una sensación desconocida para mí, entre dolor y placer, lo hacía con tanto cuidado que el dolor desapareció; sacó el dedo, me inclinó un poco y con mucho cuidado me fue penetrando por atrás (yo siempre había pensado que de esa forma dolería mucho, qué equivocada estaba, él lo hacía con tanto cuidado que el dolor fue sustituido por placer), yo gritaba; comenzamos a movernos más y más rápido hasta que llegamos a otro orgasmo juntos.
Cuánto tiempo llevábamos chingando, no sé. Ésta vez quedamos tan exhaustos los dos que nos quedamos dormidos abrazados, besándonos y diciéndonos palabras de amor. A la mañana siguiente fue maravilloso despertar y darme cuenta que no había sido un sueño, que en verdad ese hombre existía y que estaba a mi lado, entre caricias y besos lo desperté, entre bromas y risas fuimos al baño. Él abrió el grifo del agua caliente y nos metimos a bañar, tomó el jabón y comenzó a enjabonarme: una vez más despertó la pasión y volvimos a amarnos bajo el chorro del agua, esta vez con más calma, más tiernamente pero igual de placentero.
Cuando me dejó en mi casa, ya anhelaba volver a verlo para sentirme suya una vez más. Esa ha sido una de las experiencias más maravillosa de toda mi vida. Cuando lo conocí nunca me imaginé que fuera un hombre tan tierno y apasionado, que él fuera el hombre que despertara a la mujer que realmente soy, y que me hiciera sentir tantas sensaciones desconocida, él se veía tan común. ¿Ahora entienden por qué digo que el que menos alardea es el mejor amante?

No hay comentarios: