Cuenta Los Minutos Que Estas En Mi Blog Y Gozate

Cuenta Los Minutos Que Estas En Mi Blog Y Gozate

Reloj

14 mar 2011

“El Manantial”



Esto sucedió cuando los dos teníamos 19 años y llevábamos 1 año de relaciones sexuales.



Un día fuimos invitados al chalet de unos amigos en un pueblecito de Galicia donde vivían unos familiares de mi abuelo materno. 
Al llegar allí, el paisaje y el entorno eran los propicios para un fin de semana especial.
 El chalet era precioso: de piedra y con interiores de madera rustica, y una gran chimenea alimentada por la leña de los frondosos arboles de la zona.

Al lado del chalet había un peque
ño manantial de aguas cálidas procedentes de cuevas subterráneas. Al día siguiente de la llegada al pueblo, nuestros dos acompañantes fueron a visitar a unos familiares naturales de allí, quedándonos mi novio y yo totalmente solos durante un par de horas.

Decidimos bajar al manantial a pegarnos un ba
ño, pero nunca con la intención de realizar lo que en realidad iba a ocurrir allí. 
Estábamos en pleno otoño, pero a pesar de eso el agua tenia la temperatura ideal para bañarse incluso desnudos.
 En un principio, yo no quería quitarme el traje de baño por si acaso pasaba alguien por allí.


Pero mi novio insistió, decidiéndome al final a hacerlo. El manantial estaba rodeado de una naturaleza salvaje, rodeada de helechos,
 pinos y distintas especies vegetales características de la zona. 

Era el lugar ideal para una velada deliciosa. El y yo empezamos a juguetear en el agua. El agua resbalaba e iba cubriendo nuestros cuerpos desnudos. El frio en el exterior y calor del agua erizaban el bello de nuestros cuerpos. Mis pezones se iban poniendo duros al igual que el sexo de el. 

Empezamos a besarnos como si fuera la primera vez que lo hacíamos, nos mirábamos como si fuéramos dos extraños, poco a poco se iba divisando el atardecer entre rojizo y anaranjado en el horizonte. El y yo nos sentíamos como si fuéramos uno solo. Me abrazaba tan fuerte y me sentía tan unida a el, que creía que éramos las dos únicas personas que había en el mundo.

 Yo entrelace mis piernas en su cintura, el me besaba el cuello como si fuera la fruta mas exquisita jamás creada, y mientras yo, saboreaba los lóbulos de sus orejas como si me fuera la vida en ello.
 El me sentó en la orilla y empezó a lamerme los dedos de los pies, estábamos tan excitados, que nada ni nadie podrían interrumpir lo que allí estaba ocurriendo. 


Poco después fue llegando a mis rodillas, a mis muslos, a mi cintura, llegando finalmente a los ansiados pechos. Primero los cubrió con sus manos mojadas y cálidas, y los acaricio como si acariciase las suaves alas de un ángel. 

Acerco su lengua cálida a mis pezones, saboreándolos y acariciándolos con mucha ternura. En ese momento me sentí morir de placer, besándole con ferviente pasión. Mis pezones no podían estar mas duros y mi ansia por poseerle y por que el me poseyera, no podía se mayor.

 Poco a poco fue acercándose a mi volcán de pasión, recorriendo con su lengua sus alrededores hasta llegar a la cima. Empezó lamiéndolo poco a poco hasta que el clítoris fue creciendo, yo estaba sumida en un éxtasis de placer, hasta que el volcán estallo expulsando toda su lava por doquier. Lo abrace y lo bese como si me fuera la vida en ello. Lo amaba tanto, que no podía parar hasta que el no experimentase lo mismo que había experimentado yo. 

Fue el, el que poco después se sentó en el bordillo de aquel manantial. 
Cogí su pene erecto y lo acaricie como si fuera el unicornio de un caballo blanco.
 Las arterias de su pene explotaban de placer mientras yo lo acariciaba con mi mano. Me lo metí en la boca suavemente subiendo y bajando y lamiéndolo con la lengua. El mientras acariciaba mi pelo, mi espalda y poco después mis pechos. El volvió a introducirse en el agua y me cogió de las nalgas y me ato a su cintura. 

Le sentí mas dentro de mi que nunca y me trataba con tanta ternura que hacia que le amase todavía mas. Nos fundimos como una bola de fuego. El entraba y salía dentro de mi mientras yo le acariciaba todo el cuerpo. 
Estábamos tan excitados que pronto llegaríamos al culmen. Fuimos incrementando el ritmo de la penetración, yo me incline hacia atrás apellando mi cabeza en la arena y el empezó a frotarme los pezones mientras entraba dentro de mi.

Me di la vuelta apellando mis brazos en el borde de aquel manantial de pasión, entrándome el por detrás. La penetración era tan profunda que la excitación fue aumentando a mas. El se agarraba a mis pechos como si fueran las riendas de un caballo salvaje. 

Hasta que el volcán entro en erupción, los dos entramos en un éxtasis total, dejando cada uno una parte de si al otro. Al terminar nos fundimos en un abrazo eterno y nunca podríamos olvidarnos de aquella experiencia tan excitante en aquel paraje tan remoto y tan hermoso. Han pasado dos años y no podemos quitarnos de la cabeza aquel encuentro amoroso. 
 Y hoy Quiero compartirlo con ustedes.

No hay comentarios: