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Reloj

14 abr 2011

El Secreto

Aunque tengo esposo, mi sueño es estar con otro hombre. Este es un secreto que yo sólo se.
Pensé mucho acerca de hacerlo realidad hasta que un sábado por la noche, el volvió a casa de madrugada con unas
copas de más, me metí en una página de contactos, hispano amor. Nerviosa y excitada me registré y esperé, pensando
que, quizás, nada pasaría. Pero que, si algún hombre me escribía para conocerme, lo llevaría a cabo. Una semana mas tarde
recibí un primer email de un hombre mayor de unos 50 años, diciéndome que estaba en casa y que había visitado mi
perfil. Tenía curiosidad por conocerme ya que no era muy normal teniendo esposo escribir algo semejante en un
perfil, “Quiero conocerte, escríbeme e iré a tu casa”. Me puse muy nerviosa. Pensé “¿Contesto?”... Y contesté, dando
mi teléfono.
Al momento sonó mi móvil. Era él. Apenas hablamos ya que el me había dado su dirección y me dijo “Te espero”.
Iba a hacerlo, por fin había quedado con un hombre que no era mi esposo. Estaba apunto de cumplir mi sueño.
El hombre no vivía demasiado lejos así que, tardé poco en llegar a su casa. Estaba muy nerviosa. No sabía cómo era
el, aunque no era lo que más me importaba, yo quería conocerlo. Llegué a su puerta y llamé.
No me había engañado, parecía tener la edad que decía. Estaba de muy buen ver, era alto, ni delgado ni grueso y con el pelo largo como a mi me gusta. No sé porqué, pero me gustó.
 Me invitó a pasar y nos dimos la mano. Inició una conversación con preguntas “
¿Te ha costado llegar?”, “A veces la gente no viene”... Yo no quería conversación, quería una relación de sexo.
Yo no tenia relación con mi esposo, ya que mi matrimonio fue un acuerdo matrimonial para ayudarlo con sus papeles migratorio, por primera desde que me casé iba ha salir o a estar con un hombre fuera del matrimonio, así que se lo dije sin rodeos “¿Me dejas estar contigo ya?” me pregunto, yo lo miré de arriba abajo un poco rara, ya que su presentación fue muy directa.
Me llevó hasta el salón y, desnudándose, se sentó. Yo me puse de rodillas delante de él. Era la primera vez que tenía
una verga tan cerca de la cara desde hace mucho tiempo. Recuerdo su olor, ligeramente perfumado con el aroma típico a rabo. No era grande,
pero sí grueso e iba depilado, aunque los pelos ya asomaban.
Acaricié sus muslos velludos y hermosos, su vientre plano... Me estaba poniendo muy caliente y los nervios casi habían desaparecido.
Por fin alargué un poco la lengua y probé aquel capullo que tenía ante mí, haciendo un círculo con la lengua.
El hombre gimió y yo, animada, lamí sus huevos.
Quería que deseara que me la metiera en la boca, así que lamí lo
más cerca que pude de su ano, aspirando sus olores. Se le estaba poniendo dura, así que la recorrí con la lengua.
 Él seguía gimiendo y, por fin, me la metí en la boca.
Yo estaba muy caliente, me veía de rodillas, comiéndole la verga a un hombre guapo y con pelo en el pecho, como una puta, así que no pude más y le saqué la verga, para hacerle una paja mientras.
 Me había lanzado y liberado, eso era lo que tanto
había soñado, ser una puta, caliente y pérdida, sin dejar de masturbarme, le dije al hombre:
- ¿Me avisas cuando te corras?
- Sí, tranquila, sigue, que yo te aviso...
- No, si no es para quitar la boca... Es para chupártela mejor y tragármelo todo.
El sonrió y dijo: “rica hembra... Chupa, chupa” y yo le obedecí, comiéndome la verga de nuevo hasta donde me daba la garganta, mientras me la meneaba.
Yo estaba apunto de correrme, no me quedaba nada, cuando el empezó a gemir más alto y dijo “Me voy, me
voy...”. Me agarró de la nuca con las dos manos y me apretó fuerte contra él, de manera que toda su verga me entró
en la boca. Casi no podía respirar, mi nariz chocaba contra su estomago y su verga me entraba hasta el fondo. Entonces,
noté el primer chorro de su semen salado en mi boca.
A pesar de ahogarme, no pude evitarlo. Pensar que se estaba corriendo en mi boca, que me iba a dar toda su leche...
Yo también tuve mi primer orgasmo pues mis dedos se movían dentro de mi vagina, y tragando su leche, gimiendo como podía.
El ya había terminado hacía un minuto, así que fue aflojando su presión. Me saqué, con cierto alivio, la verga de la boca.
Tenía su sabor por mi paladar, la garganta dolorida y los labios pegajosos.
El encendió un cigarro y me dijo “Por ahí tienes el baño, tráete papel y limpia el suelo”. Así lo hice.
Entonces me di cuenta de lo que había hecho, de que me había tragado la corrida de un hombre. Tenía
remordimientos, pero en el fondo estaba muy caliente y contenta por lo que había pasado, a pesar del miedo a las enfermedades, deseaba tragármela.
Me acompañó a la puerta. Seguía desnudo, así que delante de la puerta me dijo “Bueno, la despedida. Bien hecho guapa nos volveremos a ver”
 y haciendo fuerza sobre mis hombros, me hizo arrodillarme. Me metió la verga en la boca, flácida,
con un poquito de semen asomando en la punta.
 Absorbí y chupé, mientras él tenía convulsiones de gusto.
Me puso de pie y me despidió.
Me monté en mi coche pensando en lo que acababa de hacer.
 Estaba media arrepentida, media contenta.
 Una sensación extraña. 
Pero sólo sabía que me había gustado, y más, que  con mi esposo no había nada de nada y se que tenía más ganas de verga.
 

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